VATICANO, (ACI/EWTN Noticias) . - El Papa Francisco presidió este miércoles la
Audiencia General en la Plaza de San Pedro en la que exhortó a los fieles a no
buscar a Cristo vivo entre las “cosas muertas” que ofrece el mundo, como el
poder y el éxito, que solo dan una alegría “de un minuto, de un día, de una
semana, de un mes”, y no la verdadera esperanza que brinda el Señor resucitado.
El Pontífice dijo que necesitamos
escuchar la pregunta de los ángeles a las mujeres que llegaron a la tumba “¿Por
qué buscan entre los muertos al que está vivo?”, especialmente “cuando nos
cerramos en cualquier forma de egoísmo o de autocomplacencia; cuando nos
dejamos seducir por los poderes terrenales”, pues así “podemos abrirnos a Aquel
que da la vida, Aquel que puede dar la verdadera esperanza”.
A continuación la catequesis
completa de Papa gracias a la traducción de Radio Vaticana:
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
Esta semana es la semana de la
alegría, celebramos la Resurrección de Jesús. Es una alegría verdadera,
profunda, basada en la certeza de que Cristo resucitado, ya no muere más, sino
que está vivo y activo en la Iglesia y en el mundo. Esta certeza habita en los
corazones de los creyentes desde esa mañana de Pascua, cuando las mujeres
fueron a la tumba de Jesús y los ángeles les dijeron: "¿Por qué buscan
entre los muertos al que está vivo? ¿Por qué buscan entre los muertos al que
está vivo?" (Lc 24,5). Estas palabras son como una piedra millar en la
historia; pero también una "piedra de tropiezo", si no nos abrimos a
la Buena Noticia, ¡si pensamos que un Jesús muerto molesta menos que un Jesús
vivo!
En cambio, ¿cuántas veces en
nuestro caminar diario, necesitamos escuchar que nos digan: ¿Por qué buscan
entre los muertos al que está vivo? ¿Por qué buscan entre los muertos al que
está vivo? Y cuántas veces nosotros buscamos la vida entre las cosas muertas,
entre las cosas que no pueden dar vida, entre las cosas que hoy están y mañana
no estarán más. Las cosas que pasan. ¿Por qué buscan entre los muertos al que
está vivo?
Necesitamos escucharlo cuando nos
cerramos en cualquier forma de egoísmo o de autocomplacencia; cuando nos
dejamos seducir por los poderes terrenales y por las cosas de este mundo,
olvidando a Dios y al prójimo; cuando ponemos nuestras esperanzas en las vanidades
mundanas, en el dinero, en el éxito.
Entonces la Palabra de Dios nos
dice: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? ¿Por qué estás
buscando allí? Aquello no te puede dar vida, sí, quizás te de una alegría de un
minuto, de un día, de una semana, de un mes, ¿y luego? ¿Por qué buscan entre
los muertos al que está vivo? Esta frase debe entrar en el corazón y debemos
repetirla. ¡Repitamos juntos tres veces! ¡Hagamos el esfuerzo! Todos: ¿por qué
buscan entre los muertos al que está vivo? ¡Fuerte! ¿Por qué buscan entre los
muertos al que está vivo? ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Y
hoy, cuando volvamos a casa digámoslo en el corazón, el silencio, pero que nos
venga esta pregunta: ¿Por qué yo en la vida busco entre los muertos al que está
vivo? Nos hará bien hacerlo.
Si escuchamos, podemos abrirnos a
Aquel que da la vida, Aquel que puede dar la verdadera esperanza. En este
tiempo pascual, dejémonos nuevamente tocar por el estupor del encuentro con
Cristo resucitado y vivo, por la belleza y la fecundidad de su presencia.
No es fácil estar abierto a
Jesús. No se da por descontado aceptar la vida del Resucitado y su presencia
entre nosotros. El Evangelio nos hace ver diversas reacciones: la del apóstol
Tomás, la de María Magdalena y la de los dos discípulos de Emaús: nos hace bien
compararnos con ellos. Tomás pone una condición a la fe, pide tocar la
evidencia, las llagas; María Magdalena llora, lo ve pero no lo reconoce, se da
cuenta de que es Jesús sólo cuando Él la llama por su nombre; los discípulos de
Emaús, deprimidos y con sentimientos de derrota, llegan al encuentro con Jesús
dejándose acompañar por ese misterioso viandante.
¡Cada uno por diferentes caminos!
Buscaban entre los muertos al que está vivo, y fue el mismo Señor el que
corrigió el rumbo. Y yo, ¿qué hago? ¿Qué rumbo sigo para encontrar a Cristo
vivo? Él estará siempre cerca de nosotros para corregir el rumbo si nosotros
nos hemos equivocado.
¿Por qué buscan entre los muertos
al que está vivo? (Lc 24,5) Esta pregunta nos hace superar la tentación de
mirar hacia atrás, a lo que ha sido ayer y nos empuja adelante, hacia el
futuro. Jesús no está en el sepulcro, ha resucitado, Él es el Viviente, Aquel
que siempre renueva su cuerpo que es la Iglesia y lo hace caminar atrayéndolo
hacia Él. “Ayer” es la tumba de Jesús y la tumba de la Iglesia, el sepulcro de
la verdad y de la justicia; “hoy” es la resurrección perenne hacia la cual nos
empuja el Espíritu Santo, donándonos la plena libertad.
Hoy nos es dirigido también a
nosotros este interrogativo. Tú, ¿por qué buscas entre los muertos a aquel que
está vivo, tú que te cierras en ti mismo después de una derrota y tú que no
tienes más fuerza para rezar? ¿Por qué buscas entre los muertos al que está
vivo, tú que te sientes solo, abandonado por los amigos y quizás también por Dios? ¿Por qué
buscas entre los muertos al que está vivo, tú que has perdido la esperanza y tú
que te sientes prisionero de tus pecados? ¿Por qué buscas entre los muertos al
que está vivo, tú que aspiras a la belleza, a la perfección espiritual, a la justicia,
a la paz?
¡Tenemos necesidad de sentirnos
repetir y de recordarnos mutuamente la advertencia del ángel! Esta advertencia
¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo?, nos ayuda a salir de
nuestros espacios de tristeza y nos abre a los horizontes de la alegría y de la
esperanza. Aquella esperanza que remueve las piedras de los sepulcros y alienta
a anunciar la Buena Nueva, capaz de generar vida nueva para los otros.
Repitamos esta frase del ángel para tenerla en el corazón y en la memoria. Y
después cada uno responda en silencio: ¿Por qué buscan entre los muertos al que
está vivo? ¡Repitámosla! ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?
Pero miren, hermanos y hermanas,
¡Él está vivo, está con nosotros! ¡No vayamos por tantos sepulcros que hoy te
prometen algo, belleza… y luego no te dan nada! ¡Él está vivo! ¡No busquemos
entre los muertos al que está vivo! Gracias.
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