Vaticano . - El
Papa Francisco saludó hoy a los participantes del Sínodo de los Obispos sobre
la Familia en la primera Congregación General de este importante evento que se
inauguró ayer con una Misa solemne en la Basílica de San Pedro.
A primera hora de la mañana de
este lunes, en el Aula Pablo VI, el Pontífice explicó que “el Sínodo no es un
congreso o un parlamento, no es un parlamento o un senado donde nos ponemos de
acuerdo” sino “una expresión eclesial es decir, la Iglesia que camina junta
para leer la realidad con los ojos de la fe y con el corazón de Dios”.
A continuación, el texto completo
del saludo del Santo Padre:
Queridas Beatitudes, Eminencias,
Excelencias, Hermanos y Hermanas:
La Iglesia retoma hoy el diálogo
iniciado con la proclamación del Sínodo Extraordinario sobre la familia para
evaluar y reflexionar juntos sobre el Instrumentum Laboris (Documento de
trabajo) elaborado de la Relatio Synodi (Documento final del Sínodo de 2014) y
de las respuestas de las conferencias episcopales y de los organismos con
derecho.
El Sínodo es un caminar juntos
con el espíritu de colegialidad y sinodalidad, adoptando valientemente la
parresía, el celo pastoral y doctrinal, la sabiduría, la franqueza y poniendo
siempre delante de nuestros ojos el bien de las familias y la suprema lex: la
salus animarum (salud del alma).
El Sínodo no es un congreso o un
parlamento, no es un parlamento o un senado donde nos ponemos de acuerdo. El
Sínodo es una expresión eclesial es decir, la Iglesia que camina junta para
leer la realidad con los ojos de la fe y con el corazón de Dios.
Es la Iglesia que se interroga
sobre la fidelidad al depósito de la fe, que por ella no representa un Museo
para mirar y menos salvaguardar, sino que es una fuente viva de la cual la
Iglesia bebe para saciar e iluminar el depósito de la vida.
El Sínodo se mueve necesariamente
en el seno de la Iglesia y dentro el Santo Pueblo de Dios, del cual nosotros
formamos parte en calidad de Pastores, es decir, servidores.
El Sínodo es por otra parte un
espacio protegido, donde la Iglesia experimenta la acción del Espíritu Santo.
En el Sínodo, el Espíritu habla a
través de la lengua de todas las personas que se dejan conducir por Dios que
sorprende siempre, del Dios que revela a los pequeños aquellos que esconde a los sabios e inteligentes, del Dios que ha
creado la ley y el sábado para el hombre y no viceversa, del Dios que deja las
99 ovejas para buscar la única oveja perdida, del Dios que es siempre más
grande que nuestras lógicas y nuestros cálculos.
El Sínodo podrá ser un espacio de
la acción del Espíritu Santo sólo si nosotros participantes nos revestimos de
coraje apostólico, de humildad evangélica y de oración confiada.
El coraje apostólico que no se
deja asustar frente a las seducciones del mundo que tienden a apagar en los
corazones de los hombres la luz de la verdad sustituyéndola con pequeñas y
temporáneas luces y de frente al endurecimiento de algunos corazones que, no
obstante, las buenas intenciones, alejan a las personas de Dios (…). La
humildad evangélica que sabe vaciarse de las propias convicciones y prejuicios
para escuchar a los hermanos obispos y llenarse de Dios, que lleva a señalar
con el dedo no contra los otros para juzgarlo, sino para tenderles la mano,
para realzarlos, sin sentirse nunca superiores a ellos.
La oración confiada es la acción
del corazón cuando se abre a Dios, cuando se silencia todos nuestros estados de
ánimo para escuchar la suave voz de Dios que habla en el silencio. Sin escuchar
a Dios todas nuestras palabras serán solamente palabras que no sacian y no
sirven.
Sin dejarnos guiar por el
Espíritu Santo, todas nuestras decisiones serán solamente decorativas, que en
lugar de exaltar el Evangelio lo cubrirán y esconderán.
Queridos hermanos, como he dicho,
el Sínodo no es un parlamento donde para reunir un consenso o un acuerdo común
acude al negocio o al compromiso.
El único método del Sínodo es el
de abrirse al Espíritu Santo, con coraje apostólico, con humildad evangélica y
con oración confiada, para que sea Él el que nos guíe, ilumine y nos haga poner
delante de los ojos con nuestros pareceres personales la fe en Dios, el bien de
la Iglesia y la salus animarum.
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