Vaticano, (ACI/EWTN Noticias) . - Al presidir el rezo del Regina Caeli frente a
la multitud congregada en la Plaza de San Pedro, en el Domingo de la Ascención,
el Papa Francisco señaló que Jesús, al ascender a los cielos, llevó al Padre el
regalo de sus llagas, “y cuando el Padre mira las llagas de Jesús, nos perdona
siempre”.
El Santo Padre dijo que “Jesús,
cuando va al Cielo, le lleva al Padre un regalo. ¿Pensaron en esto? ¿Cuál es el
regalo que Jesús lleva al Padre? Sus llagas. Este es el regalo que Jesús lleva
al Padre. Su cuerpo es bellísimo, sin las heridas de la flagelación, no, todo
hermoso, pero, ha conservado las llagas”.
“Y cuando va al Padre, le dice al
Padre: Mira Padre, éste es el precio del perdón que tú das. Y cuando el Padre
mira las llagas de Jesús, nos perdona siempre. No porque nosotros somos buenos,
no. Porque Él ha pagado por nosotros. Mirando las llagas de Jesús el Padre se
vuelve más misericordioso, más grande, ¡eh!”.
Francisco indicó que “4ste es el
gran trabajo que hace Jesús hoy en el Cielo. Hacer ver al Padre el precio del
perdón, sus llagas. ¡Qué cosa bella esta eh! No tengas miedo de pedir perdón.
Él siempre perdona. ¡No tengas miedo! Porque Él mira las llagas de Jesús, mira
nuestro pecado, y lo perdona”.
El Papa recordó que “hoy en
Italia y en otros países, se celebra la Ascensión de Jesús al Cielo, que se
produjo cuarenta días después de la Pascua. Los Hechos de los Apóstoles relatan
este episodio, la separación final del Señor Jesús de sus discípulos y de este
mundo”.
“En cambio, el Evangelio de
Mateo, refiere el mandato de Jesús a los discípulos: la invitación a ir, a
partir para anunciar a todos su mensaje de salvación. ‘Ir’, o mejor, ‘partir’
se convierte en la palabra clave de la fiesta de hoy: Jesús parte hacia el
Padre y manda a los discípulos que partan hacia el mundo”.
Según cita Radio Vaticano, el
Papa Francisco destacó que “Jesús parte, asciende al Cielo, es decir, regresa
al Padre de quien había sido enviado al mundo”.
“Hizo su trabajo, y regresa al
Padre. Pero no se trata de una separación, porque Él permanece para siempre con
nosotros, en una forma nueva. Con su Ascensión, el Señor resucitado atrae la
mirada de los Apóstoles – y también nuestra mirada – a las alturas del Cielo
para mostrarnos que la meta de nuestro camino es el Padre”.
“Sin embargo –continuó el Papa–,
Jesús permanece presente y operante en las vicisitudes de la historia humana
con la potencia y los dones de su Espíritu; está junto a cada uno de nosotros:
incluso si no lo vemos con los ojos, ¡Él está! Nos acompaña, nos guía, nos toma
de la mano y nos levanta cuando caemos”.
“Jesús resucitado está cerca de
los cristianos perseguidos y discriminados; está cerca de cada hombre y mujer
que sufre. ¡Está cerca de todos nosotros!”.
“También hoy, está aquí con
nosotros en la Plaza. ¡El Señor está con nosotros! ¿Ustedes creen esto?”,
cuestionó el Santo Padre a los miles congregados en la Plaza de San Pedro, y
luego los alentó a que digan juntos “¡El Señor está con nosotros! Todos: ¡El Señor
está con nosotros! Otra vez: ¡El Señor está con nosotros!”.
El Papa señaló que “Jesús también
está presente mediante la Iglesia, a la que Él ha enviado a prolongar su
misión. La última palabra de Jesús a los discípulos es la orden de partir:
‘Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes’. Es un mandato preciso,
¡no es facultativo!”.
La comunidad cristiana, reiteró,
“es una comunidad ‘en salida’, una comunidad ‘en partida’. Es más: la Iglesia
ha nacido ‘en salida’. Y ustedes me dirán: ¿pero y las comunidades de clausura?
Sí, también ellas, porque están siempre ‘en salida’ con la oración, con el
corazón abierto al mundo, a los horizontes de Dios. ¿Y los ancianos, los
enfermos? También ellos, con la oración y la unión a las llagas de Jesús”.
“A sus discípulos misioneros
Jesús les dice: ‘Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo’.
Solos, sin Jesús, ¡no podemos hacer nada!”.
El Papa remarcó que “en la obra
apostólica no bastan nuestras fuerzas, nuestros recursos, nuestras estructuras,
si bien son necesarias. Pero no bastan. Sin la presencia del Señor y la fuerza
de su Espíritu nuestro trabajo, aun si bien organizado, resulta ineficaz”.
“Y así vamos a decir a la gente
quién es Jesús. Pero yo no quisiera que ustedes se olviden del regalo que Jesús
ha llevado al Padre. ¿Cuál es el regalo? Las llagas. Así. Porque con estas
llagas hace ver al Padre el precio de su perdón”.
Francisco recordó que “junto a
Jesús nos acompaña María, nuestra Madre”. “Ella ya está en la casa del Padre,
es Reina del Cielo y así la invocamos en este tiempo; pero como Jesús está con
nosotros, es la Madre de nuestra esperanza”, concluyó.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario