Vaticano, (ACI/EWTN Noticias) . - En su homilía por la Misa de inauguración de
su pontificado, celebrada esta mañana en la Plaza de San Pedro ante cientos de
miles de fieles, el Papa Francisco aseguró que “el verdadero poder es el servicio”.
Ante los cerca de 200 mil fieles
reunidos en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre señaló que “ciertamente,
Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata? A las tres
preguntas de Jesús a Pedro sobre el amor, sigue la triple invitación: Apacienta
mis corderos, apacienta mis ovejas”.
“Nunca olvidemos que el verdadero
poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar
cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz”.
El Papa, dijo el Santo Padre,
“debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de San José
y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger
con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más
débiles, los más pequeños”.
Los más pequeños y débiles,
indicó, son los que “Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al
hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado.
Sólo el que sirve con amor sabe custodiar”.
Reflexionando sobre la Solemnidad
de San José, que se celebra hoy, el Papa Francisco recordó al hoy Obispo
emérito de Roma Benedicto XVI, señalando que “es también el onomástico de mi
venerado Predecesor: le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y
gratitud”.
El Papa reflexionó sobre el
Evangelio de Mateo, en el que se relató que “José hizo lo que el ángel del
Señor le había mandado, y recibió a su mujer”.
“En estas palabras se encierra ya
la misión que Dios confía a José, la de ser custodio. Custodio ¿de quién? De
María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia”.
El Santo Padre señaló que José
ejerce esta custodia “con discreción, con humildad, en silencio, pero con una
presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando no comprende”.
José, indicó el Papa, “desde su
matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los
doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor”.
“¿Cómo vive José su vocación como
custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios,
abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio”.
El Santo Padre subrayó que José
es custodio “porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y
precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado,
sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea,
y sabe tomar las decisiones más sensatas”.
“En él, queridos amigos, vemos
cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero
vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a
Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación”.
En el fondo, señaló el Papa,
“todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos
afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios”.
“Cuando el hombre falla en esta
responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos,
entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. Por desgracia,
en todas las épocas de la historia existen ‘Herodes’ que traman planes de
muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer”.
El Santo Padre pidió “a todos los
que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o
social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos ‘custodios’ de
la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del
otro, del medio ambiente”.
“No dejemos que los signos de
destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro”.
Pero, para custodiar, advirtió,
“también tenemos que cuidar de nosotros mismos”. “Recordemos que el odio, la
envidia, la soberbia ensucian la vida”.
“Custodiar quiere decir entonces
vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde
salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen.
No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura”,
aseguró.
El Santo Padre indicó que “en los Evangelios,
San José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma
se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien
todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de
compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la
bondad, de la ternura”.
El Papa pidió a los fieles
“custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos,
especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos”.
“He aquí un servicio que el
Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados,
para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios
nos ha dado”.
Al concluir su homilía, Francisco
imploró “la intercesión de la Virgen María, de San José, de los Apóstoles San
Pedro y San Pablo, de San Francisco, para que el Espíritu Santo acompañe mi
ministerio, y a todos vosotros os digo: Orad por mí. Amen”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario