Vaticano, (ACI/EWTN Noticias) . -
Durante la Misa celebrada esta
mañana en el Domus Santa Marta, el Papa Francisco recordó que el cristiano debe
mantenerse siempre humilde y alejarse de la tentación del triunfalismo.
“Que el Señor nos salve de las
fantasías del triunfalismo, porque el triunfalismo no es cristiano, no es del
Señor. El camino del Señor es el camino de cada día, en la presencia de Dios”,
afirmó.
Según informó Radio Vaticana, en
la ceremonia también participaron los miembros de la Librería Editorial
Vaticana, así como los trabajadores de la farmacia y la perfumería del
Vaticano.
El Papa dedicó su homilía a
reflexionar sobre las palabras de Gamaliel al Sanedrín, en las que pide esperar
para ver qué pasará con los seguidores de Jesús.
“Este es un consejo sabio también
para nuestra vida, porque el tiempo es el mensajero de Dios: Dios nos salva a
través del tiempo, no del momento. A veces hace milagros, pero en la vida
común, nos salva con el tiempo”, nos salva “en la historia”, en la “historia
personal” de cada uno.
El Papa recordó que el Señor no
se comporta “como un hada con su varita mágica, sino que por el contrario, da
la gracia, y dice –tal y como decía a aquellos quienes sanaba-: ‘Camina en tu
vida, da testimonio de todo lo que el Señor hace con nosotros”.
En este sentido, el Papa
Francisco lamentó “una gran tentación” que anida en la vida cristiana: “la del
triunfalismo. Una tentación que también los apóstoles tuvieron”.
“La tuvo Pedro, cuando asegura
solemnemente que no negará a su Señor. O el pueblo, después de participar en la
multiplicación de los panes. El triunfalismo –prosiguió-, no es del Señor. Él
entró en la Tierra humilde: hizo su vida por 30 años, creció como un niño
normal, tuvo la prueba del trabajo, y finalmente de la Cruz. Y al final,
resucitó”.
“Por tanto, el Señor enseña que
en la vida no todo es mágico, que el triunfalismo no es cristiano. Porque la
vida está hecha de una normalidad vivida con Cristo, y cada día”.
“Esta es la gracia que tenemos
que pedir. La de la perseverancia. Ser perseverantes en el camino del Señor,
hasta el final, todos los días”, concluyó.
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